martes, 21 de febrero de 2012 0 comentarios

BANDERA QUE ADORARON MIS MAYORES…

Bandera Nacional en Cancún


manuel ALARZON ARAGON

Se aproxima nuevamente el 24 de febrero, la fecha en que se venera a la Bandera Nacional, como cada año habrá un espectacular evento en que se pronunciaran discursos, se harán juramentos, se abanderarán escoltas, se incinerarán y repondrán banderas a instituciones, etcétera, todo con el propósito de venerar y acrecentar el culto a ese símbolo de nuestra nacionalidad, veneración y respeto que se ha venido perdiendo con el paso del tiempo sin que hagamos algo verdaderamente firme para evitarlo.

Haciendo un poco de historia, recordemos lo que aprendimos en nuestra época de escolares…

Bandera que adoraron mis mayores,

y que aprendí a adorar cuando era niño.

Tú formas el amor de mis amores,

no hay un cariño igual a tu cariño…

Bandera,  Juan de Dios Peza (fragmento)



Desde tiempos inmemoriales nuestros ancestros tuvieron insignias que los identificaban ante los otros grupos sociales, durante la época prehispánica apoderarse de la pendones de uno de los grupos contendientes en una batalla, bastaba para hacer rendir al enemigo. En la intervención norteamericana de 1847, un joven cadete del H. colegio Militar, prefirió arrojarse al vacio envuelto en el sagrado lienzo antes de permitir que éste cayera en manos del invasor!



Otrora la bandera Nacional era el máximo símbolo de respeto y unidad entre los mexicanos, su presencia en cualquier sitio era esperada en correcta posición  de firmes y durante su paso frente al pueblo era obligado descubrirse la testa y saludar con la mano derecha sobre el pecho a la altura del corazón, además era inexcusable guardar absoluto silencio y muchas muestras de veneración y cariño mas. Antaño, aquí en Oaxaca, hasta había un monumento a la bandera en la cima del cerro del fortín, monumento que fue derribado y en su lugar lucen antiestéticas antenas de TV.

Sin embargo los tiempos cambian, a veces para mal, poco a poco se ha ido perdiendo la veneración y el respeto que nos inspiraba el Lábaro Patrio, ahora ya no se le mira con ese fervor con que la miraban nuestros abuelos, durante las ceremonias la gente habla, cuchichea, se ríe; se contesta el celular, muchos permanecen sentados, con gorras en la cabeza, comiendo o bebiendo algo, etc.

En los desfiles ya no se ve esa gallardía con que era portada y tampoco es saludada correctamente, hago una observación que ojala sirva a quienes se encargan de formar las escoltas escolares, ha venido a menos la integración y participación de varones en las escoltas a la bandera, tal parece que esto fuera un estigma o algo denigrante, siento y opino que las escoltas deben ser integradas por hombres y por mujeres, es decir tener dos escoltas una varonil y una femenil, e irlas alternando en los eventos cívicos.

Otra situación que llama la atención, es el hecho que durante el mes de la patria, septiembre, la mayoría de ciudadanos e instituciones, acostumbran colocar banderas nacionales como parte de la decoración propia de este mes, pero pasadas las fechas cívicas de septiembre, olvidan quitar los lienzos tricolores y ahí están todo el año, a la intemperie bajo el sol, la lluvia y el viento, que se encargan de decolorar los lienzos, de rasgarlos, es decir de destruirlos, y así vemos en lo alto de los edificios, banderas rotas, descoloridas, desgarradas, humilladas, flotando al aire como queriendo decir, soy el símbolo de tu patria devuélveme mi decoro!






lunes, 13 de febrero de 2012 0 comentarios

MUERTE DE VICENTE GUERRERO Y DIA DEL AMOR Y LA AMISTAD…

José Manuel Alarzón Aragón
El 14 de febrero es una fecha importante en el  calendario cívico nacional, ese día se conmemora el CLXXXI aniversario del fusilamiento y muerte del insigne General Vicente Guerrero, Héroe consumador de la Independencia Nacional, recordemos que según la historia, Vicente Guerrero,  nació en el poblado de Tixtla en el estado que ahora lleva su nombre en 1782,  es célebre el pasaje histórico donde su padre a instancias de los realistas, le suplica postrado de rodillas, que deponga las armas insurgentes y el héroe le responde: “Tu voz es padre para mí, sagrada; más la voz de mi patria es lo primero” frase inmortal que la historia ha plasmado en los más importantes recintos oficiales de nuestro país. Don Vicente Guerrero, después de la traición de que fue objeto, es fusilado el 14 de febrero del año 1831 en la población de Cuilapam cercana a la ciudad de Oaxaca y que en su honor hoy lleva su nombre, desafortunadamente esta fecha que debería ser de luto nacional, coincide con la celebración anglosajona de San Valentín, día mejor conocido como del Amor y la amistad, y no es que se esté en contra de estas ideas, lo que sucede es que avasallados por el bombardeo comercial de la fecha, olvidamos la memoria del mártir de la Independencia Nacional y damos más importancia a lo anterior, digo esto con conocimiento de causa porque habiendo hecho una encuesta entre varios ciudadanos, en una relación de diez a uno no recordaban el acontecimiento histórico, lo que nos lleva a la conclusión de que es necesario reforzar nuestro civismo y de alguna manera incrementar nuestros conocimientos históricos.
Honor a quien honor merece!

jueves, 2 de febrero de 2012 0 comentarios

Los tamalitos de la Candelaria


Y sigue la “pachanga” jejeje! Ahora voy a reseñar una costumbre que aunque no es nativa de este solar oaxaqueño, ha tomado carta de naturalización por lo que veremos a continuación…

Como ya se citó en otro artículo, los mexicanos y los oaxaqueños en este caso, somos bien fiesteros, para todo hacemos bulla, por supuesto que la mentada “rosca de reyes” no iba a ser la excepción; llegada del viejo continente, la costumbre de partir la rosca el seis de enero, cuyo origen sigue siendo un misterio, a quienes les tocó la “suerte” de encontrar muñeco en su pedazo, les tocará “disparar” los tamales y el atole el dos de febrero día de la Candelaria, para quienes ignoran que es la Candelaria, se hace la aclaración que nos referimos a la festividad de la purificación de la virgen María y  la presentación del niño Jesús en el templo, donde antaño, se acostumbraba llevar a bendecir las velas y veladoras para iluminar los hogares; siguiendo el hilo del relato, ese día se han de consumir tamales de diferentes sabores y tamaños, a  saber; de mole negro, colorado, coloradito, mole amarillo,  mole verde, rajas, chepil,  frijol y de dulce, recordemos que el tamal, del náhuatl “tamalli” es un alimento que tiene como ingrediente esencial la masa de maíz, masa que se elabora poniendo a cocer el maíz en agua de “cal viva” que aquí en mi Oaxaquita es traída por indígenas de la cercana población de San Antonio de la Cal, de donde la extraen en cerros cercanos a esa comunidad; ya cocido el maíz de esa forma se ablanda y toma un color amarillento a lo que conocemos como nixtamal, mismo que una vez lavado, colado y seco, se lleva al molino para transformarlo en masa.



Tan pronto llegan las mujeres con la masa a sus casas, mezclan esa masa de maíz con suficiente manteca y sal, si los tamales van a ser de algún guiso, y con azúcar si serán de dulce, dejándola reposar un buen rato. Mientras tanto con anterioridad ya prepararon los guisados que llevarán en su interior los tamales y que aquí pueden ser: mole negro, rojo, coloradito, chichilo, amarillo o verde, así como rajas de jalapeño con tomate y pollo, chepil con pollo desmenuzado, o de pasta de frijol y a los de dulce se les agrega a la masa un poco de polvo de hornear, canela, pasas y si se desea trocitos de piña en almíbar o lechecilla, el toque original a los tamalitos de dulce lo constituye el color rojo vegetal que se les agrega al final.

Hacer tamales es todo un arte en mi terruño, una vez que la masa y el guiso ya están dispuestos, se procede a embarrar la masa que en el caso de los de mole se le debe añadir un poco de la grasa de ese guiso y revolverla bien para que “agarre” color y sabor. Los tamales de mole pueden ir envueltos en hojas de platanar o en las hojas que cubren la mazorca llamadas “totomoxtle”, las hojas de platanar antes de ser usadas se someten al siguiente procedimiento: se extienden sobre una mesa y ahí se les quita la parte central que tiene la consistencia y apariencia de una cuerda, también se desecha la parte de las hojas que está rota, luego se procede a cortarlas al tamaño conveniente, aproximadamente de 30 x 30 cm, una vez cortadas se sujetan en rollo y son sometidas a cocción hasta que “hiervan “y cambien de color a un tono café claro, una vez preparado esto que de preferencia se debe hacer el día anterior, se van secando los pedazos de hoja con un lienzo limpio y se procede ahora si a embarrar con masa las hojas, procurando que estas queden revestidas de una capa delgada y uniforme, esto se hace con la ayuda de varias mujeres, después se pone un trozo de carne de pollo de tamaño conveniente y un poco de mole negro o colorado según el caso y se procede a “envolver” cuidadosamente el tamal procurando que tome forma rectangular, algunas mujeres “amarran” los tamales con un “yaco” que es una tira de la misma hoja de platanar, luego los van acomodando ordenadamente en la olla donde se “cocerán a vapor” de preferencia se deben cocer a fuego de leña de encino durante un mínimo de dos horas. Es curioso anotar en este apartado, la costumbre o creencia que se tiene de colocar en el asiento de la olla al cual se le debe haber puesto agua con sal, siete chiles secos según la creencia popular para que no llegue el tlacuache a hacerles ojo y los tamales no se cuezan parejo, encima se coloca también el tejolote o una aguja con hilo, para que no les “hagan ojo”.

Para los tamales de verde, amarillo, rajas, frijol o dulce, el procedimiento es mas sencillo, pues los totomoxtles se lavan y se remojan en agua limpia antes de ser usados, ya secos se les coloca masa y sobre ella va el guiso que se desee, luego se cierran y se les dobla la punta, también se pueden amarrar con una tirita del mismo totomoxtle y se van acomodando en la olla como los de hoja de platanar para la correspondiente cocción.

El atolito se prepara utilizando masa de maíz como la de los tamales, con la diferencia que el maíz se cuece sin cal, y a este producto se le llama tlaciahual ese tlaciahual se lleva al molino para obtener una masa que se revuelve con suficiente agua, esta mezcla se cuela con una servilleta para atole a fin de separar las cascarillas del maíz y otros desechos llamados “chincaxtle”, luego se pone a hervir, moviéndola constantemente con un carrizo especial llamado “tlamolote” hasta obtener un líquido blanco espeso que es el atole. Agregándole chocolate y  canela se obtiene el famoso “champurrado” oaxaqueño de inigualable sabor y aroma, digno acompañante de los tamalitos.

Y como dice el pueblo, nuestro pueblo, “Si el tamal está mal, no es tamal y si el tamal está bien, no está mal, jejeje!

Buen provecho!


 
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