jueves, 23 de agosto de 2012

UN EJEMPLAR BOTANICO FORMIDABLE


02-05-12

En la esquina que forman las calles de Constitución y Libres, en esta nuestra bienamada y maltrecha ciudad, está de pie como fiel testigo de la vida y obra de los habitantes de esa populosa zona de la ciudad, un frondoso y venerable árbol de los llamados “higos del valle” que parece desafiar el tiempo y las acciones destructoras del ser humano.

Y digo desafiante porque a pesar de las agresiones  y mutilaciones que ha sufrido, ya sea por poda para dar paso al cableado eléctrico aéreo, ya por las repavimentaciones con chapopote hirviendo, ya por la contaminación de los gases emitidos por los vehículos de motor y demás  etcéteras, sigue firme, enhiesto, altivo, vigoroso, con su verde follaje que cambia cada año por ser una planta con hojas de las llamadas caducas y es agradable verlo ahí como parte del paisaje urbano de esa porción de la ciudad, desafortunadamente, nadie hace algo por mejorar su condición de vegetal vivo, no se le ha dejado ni un centímetro cuadrado de espacio para que se pueda desarrollar es decir, el asfalto lo ahoga al rodear su vigoroso tronco, y aun así crece y reverdece con la primavera, es un ejemplo de persistencia y de firmeza que los humanos deberíamos copiar.

 Y surge aquí la pregunta obligada, ¿qué hacen las instancias oficiales como el llamado Instituto Estatal de Ecología y Desarrollo Sustentable, las autoridades municipales a través de sus dependencias respectivas y bueno,  hasta el famoso partido satélite, que no procuran optimizar el ambiente ecológico de Oaxaca?, hace poco leía en alguna parte de este prestigiado diario, que muchos árboles y plantas resultaron calcinados como resultado de la repavimentación que se hace en algunas calles de la ciudad y esos son descuidos garrafales.

Volviendo a nuestro árbol, solo quiero agregar que en diferentes partes y parques de la ciudad, existen ejemplares venerables por su edad y su volumen , mismos que deben ser protegidos por alguna legislación Ad Hoc porque adornan el entorno, refrescan con su útil sombra y nos dan vida con la producción de oxígeno; antaño, no se ahora, en las escuelas primarias nuestros añorados profesores nos enseñaron a amar y a respetar a la naturaleza, llámese flora o fauna porque estaban conscientes del enorme valor y utilidad de las mismas y por consiguiente se hacían o desarrollaban “unidades” con temas alusivos, así nos enseñaron a cantar y a declamar a la naturaleza, programaban excursiones a la campiña con la finalidad de corroborar lo visto en las aulas, ojalá esto se siga haciendo para arraigar la conciencia ecológica en las nuevas generaciones ahora que más se necesita.

Pero a pesar de todo, nuestro árbol sigue ahí…

 

 

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