02-05-12
En la esquina que forman las
calles de Constitución y Libres, en esta nuestra bienamada y maltrecha ciudad,
está de pie como fiel testigo de la vida y obra de los habitantes de esa populosa
zona de la ciudad, un frondoso y venerable árbol de los llamados “higos del
valle” que parece desafiar el tiempo y las acciones destructoras del ser
humano.
Y digo desafiante porque a pesar
de las agresiones y mutilaciones que ha
sufrido, ya sea por poda para dar paso al cableado eléctrico aéreo, ya por las
repavimentaciones con chapopote hirviendo, ya por la contaminación de los gases
emitidos por los vehículos de motor y demás
etcéteras, sigue firme, enhiesto, altivo, vigoroso, con su verde follaje
que cambia cada año por ser una planta con hojas de las llamadas caducas y es
agradable verlo ahí como parte del paisaje urbano de esa porción de la ciudad,
desafortunadamente, nadie hace algo por mejorar su condición de vegetal vivo,
no se le ha dejado ni un centímetro cuadrado de espacio para que se pueda
desarrollar es decir, el asfalto lo ahoga al rodear su vigoroso tronco, y aun así
crece y reverdece con la primavera, es un ejemplo de persistencia y de firmeza
que los humanos deberíamos copiar.
Y surge aquí la pregunta obligada, ¿qué hacen
las instancias oficiales como el llamado Instituto Estatal de Ecología y
Desarrollo Sustentable, las autoridades municipales a través de sus dependencias
respectivas y bueno, hasta el famoso
partido satélite, que no procuran optimizar el ambiente ecológico de Oaxaca?,
hace poco leía en alguna parte de este prestigiado diario, que muchos árboles y
plantas resultaron calcinados como resultado de la repavimentación que se hace
en algunas calles de la ciudad y esos son descuidos garrafales.
Volviendo a nuestro árbol, solo
quiero agregar que en diferentes partes y parques de la ciudad, existen
ejemplares venerables por su edad y su volumen , mismos que deben ser protegidos
por alguna legislación Ad Hoc porque adornan el entorno, refrescan con su útil
sombra y nos dan vida con la producción de oxígeno; antaño, no se ahora, en las
escuelas primarias nuestros añorados profesores nos enseñaron a amar y a
respetar a la naturaleza, llámese flora o fauna porque estaban conscientes del
enorme valor y utilidad de las mismas y por consiguiente se hacían o
desarrollaban “unidades” con temas alusivos, así nos enseñaron a cantar y a
declamar a la naturaleza, programaban excursiones a la campiña con la finalidad
de corroborar lo visto en las aulas, ojalá esto se siga haciendo para arraigar
la conciencia ecológica en las nuevas generaciones ahora que más se necesita.
Pero a pesar de todo, nuestro
árbol sigue ahí…