martes, 29 de mayo de 2012

DONDE QUEDARON NUESTROS ENTES?


En Oaxaca de Juárez, la hermosa y colonial ciudad sureña, todavía hasta bien entrado el siglo XX, era punto obligado escuchar historias de visiones, aparecidos, duendes y una pléyade de entes fantásticos que le daban vida a las leyendas; la Llorona, la Matlacihua, el Perro Negro, el Perro Amarillo, el Hueso Volador, el Pelón, los Duendes, el Coco, la Muerte, la Bruja, etc. eran solo algunos de los entes fantásticos que perturbaron la quietud de nuestra niñez.

Quién no supo de la imaginable existencia de estos seres de ultratumba? La gente de mi generación creció con tales quimeras.

Así, se contaba de la existencia de la Matlacihua, quien bajo la apariencia de una hermosa mujer coqueteaba y atraía a los beodos  más nunca se dejaba alcanzar, y ,cuando por fin el desventurado sujeto creía que ya era suya, se encontraba tirado en los breñales todo lastimado mientras la fantasmagoría se divertía a costa suya, mostrándose tal cual era.

La Llorona, espectro de carácter nacional, fue una mujer que asesino a sus hijos y en castigo fue condenada a vagar por las noches en las calles de la ciudad aullando lastimeramente ¡Ayyyyy mis hijoooooooooos!, se cuenta que quien tenía la mala fortuna de toparse con ella, era víctima de espasmos, fría sudoración, temblor de cuerpo y fiebres altísimas, en nuestro Oaxaca de antaño se le veía salir de los balcones de las casonas coloniales flotando al aire.

El Perro negro y el perro amarillo fueron también entes creados por la imaginación popular para infundir pavor sobre todo a los trasnochadores, se supone que quien se encontraba con estos engendros del mal, enfermaba de “mal de ojo” y de “tiricia” misma que podía llevarle a la tumba de no ser tratada con “limpias” y remedios herbolarios.

El Hueso volador generalmente salía flotando de los panteones y se supone que era hueso de algún difunto, si a alguien le tocaba en alguna parte de su humanidad, era seguro que contraía enfermedades de tipo reumático, amén que con solo verlo causaba gran espanto.

La leyenda de la “Carreta de la muerte” fue muy popular en esos ayeres, nadie asegura haberla visto, pero si era oído el clásico rechinar de las desvencijadas ruedas a altas horas de la noche, tiempo después esta visión fue relacionada con el oficio de los “caqueros” tan popular en aquellos años.

El Pelón, fue uno de los nombres que el vulgo dio al Diablo, se aparecía por lo regular a las mujeres que andaban  solas por las calles y callejones de la ciudad a deshoras, se dice que les chiflaba en una forma penetrante y aguda y que tenía el don de la ubicuidad, es decir se les aparecía varias veces en distintos lugares, su chiflido y visión también causaba espanto y enfermedad del “susto”.

Los duendes, se cuenta que eran seres fantásticos de muy corta estatura y generalmente de color verde, acostumbraban hacer maldades a los vecinos cambiándoles las cosas de lugar o escondiéndoselas, solían jugar con los niños pequeños en ausencia de sus progenitores más cuando eran sorprendidos por estos, tenían la virtud de dejar sordos o ciegos a los infantes, se dice también que acostumbraban “cagarse” en los patios de las vecindades dejando una plasta como la que hace un bovino. Para tenerlos contentos, la gente dejaba dulces y juguetes en los lugares más insospechados de la casa.

Estos fueron algunos de los entes que nos infundieron pavor en la niñez, ahora se especula que fueron creados por los adultos para meter en cintura a los niños, jóvenes y uno que otro adulto, que solían observar mal comportamiento, con ellos vivimos, con ellos crecimos y con ellos en alguna ocasión jugamos.

En la actualidad a los niños y  jóvenes les causa risa escuchar estas historias, claro también la ciudad ya no es la misma, ahora hay calles bien iluminadas, mucho tráfico hasta altas horas de la noche y los modernos adelantos como el teléfono celular, la computadora, el Ipod e Ipad, y demás aparatos ya no nos dejan tiempo para imaginar y mucho menos para creer en nuestros amados entes fantásticos!

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