jueves, 22 de agosto de 2019 0 comentarios

La campana maldita.


LA CAMPANA MALDITA

La Semana Santa ha sido desde antiguo, un lapso de oración, recogimiento, ayunos y penitencia para el mundo católico.
Dentro de las rígidas normas para conmemorar la pasión del Redentor, la iglesia impuso desde hace muchos siglos, que durante los días santos, las campanas de los templos, que a diario convocan con su vocinglera voz a los oficios divinos, “murieran”, es decir, permanecieran “calladas” a partir de la misa del Lavatorio de Pies o Institución de la Sagrada Eucaristía de Jueves Santo y resucitasen hasta el Sábado de Gloria durante la  celebración de la Misa de Resurrección, utilizándose durante ese lapso, para convocar a las ceremonias respectivas, la consabida “matraca” que utiliza madera en lugar de metal para producir sus sonidos.
Se hace alusión a lo anterior, porque es asunto que tiene mucho que ver con la leyenda de la campana maldita.
Corría plácidamente el siglo XIV en la hermosa provincia de Sevilla, España, era la conmemoración de un Viernes Santo pleno de misticismo y recogimiento, cuando a eso de la hora nona, comenzó a repicar alegremente una pequeña campana de la iglesia de San Marcos; las autoridades eclesiales y la feligresía , acudieron al acto al lugar de donde provenía el profano sonido, buscando con insistencia al autor de semejante atropello mismo que no fue encontrado por ningún lado, así que todos los presentes, santiguándose y dándose golpes de pecho, concluyeron que lo anterior era obra del mismísimo diablo! Por lo que las autoridades terrenas y religiosas determinaron descolgar la campana y someterla a “juicio”, siendo condenada a privarla de su correspondiente badajo y hacerla permanecer “muda” y arrumbada por los siglos de los siglos…
El tiempo transcurrió y cuando se “descubrió” el Nuevo Mundo, se dio paso a la conquista espiritual de los naturales y ello hizo necesario la construcción de templos y conventos para los actos respectivos del nuevo culto, entre estos la hermosa catedral de Antequera, hoy Oaxaca.
Terminado el edificio de Catedral, el monarca español Fernando VII obsequio a ésta en 1752, un hermoso reloj inglés para ser colocado en los muros exteriores del soberbio recinto, alguien sugirió que se podía emplear la llamada campana maldita para marcar las horas correspondientes, teniendo en cuenta que además de darle un nuevo y útil uso, no se pasaría sobre lo dictaminado por el Tribunal del Santo Oficio, dado que la sonería era resultado de golpes de martillo desde el exterior de la campana.
Y así fue como llegó a estas tierras nuestras, este singular artefacto, mismo que sigue marcando desde hace siglos el vaivén de la vida de los oaxaqueños.


 
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